domingo, 20 de marzo de 2011

EL FUTURO DEL VINO ARGENTINO

En notas anteriores ya habiamos hablado de tipicidad varietal o regional. Haciamos hincapie en la necesidad de que la industria vitivinicola argentina apuntara tambien a otras cepas. Hoy en esta nota les mostramos algunos ejemplos de como se comportaron otras variedades emblemas en otras partes del mundo.

Los vinos varietales se pueden elaborar en cualquier parte del mundo que ofrezca condiciones. Los vinos de terruño, sólo en determinados sitios.


El vino argentino comienza una polémica que tendrá consecuencias en el largo plazo.

En nuestro país se ha Cuando el color es de poca intensidad, que es muy claro. abierto un debate: ahora que el Malbec ya se consagró como una variedad de clase mundial, ¿cómo sigue el cuento? ¿Empujamos una nueva variedad –quizás Bonarda, Torrontés- que diversifique la oferta o apuntamos a consolidarnos como un productor que tiene diferencias propias con el resto del mundo?

Si hasta hoy Argentina es sinónimo de Malbec, ahora que los productores franceses recuerdan que es una variedad de Cahors, californianos y chilenos ya lo elaboran con buen estándar y Australia lo planta en sus viñedos, ¿qué diferencial le queda a nuestro país? ¿ser el principal productor? ¿hasta cuándo?

Los cómputos indican que Malbec será una variedad con peso relevante para Argentina para los próximos diez años (con 26 mil hectáreas plantadas, le llevamos 20 mil de diferencia a Francia, el segundo productor), pero en una década esa ecuación puede modificarse notablemente: basta que otros 4 productores del mundo tengan 5 mil hectáreas para que la competencia por el Malbec sea fuerte.

Y el escenario actual parece indicar que hacia allá se encaminan nuestros competidores, por no mencionar una posible caída de demanda a favor de alguna otra variedad de estándar mundial, como Pinot, Merlot o Sangiovese.



El dudoso éxito australiano


Pongamos un ejemplo. Un buen Syrah se consigue en Victoria, Australia; pero también en San Juan, Argentina, y en Colchagua, Chile. Ahí no hay dudas. Pero en un buen Syrah, al menos desde el punto de vista del consumidor, es un vino que impacta con color, buen sabor y cuya relación calidad precio es óptima, indistintamente de dónde provenga.

Y así los productores australianos pasaron de arrasar el mercado mundial en los ´90 con su Syrah fácil de beber, a competir con el resto del mundo, cuando aparecieron vinos tan buenos como los que ellos elaboraban y a precios más accesibles. Y lo que había sido el trampolín de los ausies al mundo, resultó ser un callejón sin salida (al menos por ahora).



Variedad vs. Terruño



El ejemplo australiano es válido porque explica algo que los países del viejo mundo entendieron con sus muchos años de historia: un buen vino se puede hacer en muchos lugares, pero hacerlo único implica atarlo a su tierra. Burdeos tiene renombre –y elabora Cabernet y Merlot-, Borgoña o Toscana tiene peso específico –aún cuando sus vinos son Chardonnay o Pinot Noir, en el primer caso, Sangiovese en el segundo-. Con todo, no es lo mismo tomar un Cabernet que un Burdeos.

¿Por qué? Porque la región, su paisaje y la identidad de la gente no es extrapolable. En palabras de Alberto Antonini, destacado enólogo italiano con trayectoria en Argentina, “los varietales son commodities que se venden según sea la demanda y el precio de mercado; los vinos con identidad regionales, no”. Antonini lanzó la frase esta semana, al presentar el proyecto de terruños que llevan adelante en Altos Las Hormigas. Como él, hay una corriente de bodegueros y enólogos que sostiene la misma idea y que están dispuestos a avanzar sobre la comunicación de los terruños, mientras que la industria hace foco en hallar el nuevo varietal insignia para la Argentina.

Algunas bodegas de Salta y el Valle de Uco, por su condición singular, marchan delante del resto y lo destacan en sus etiquetas. Luján de Cuyo no ha sabido sacarle provecho a su DOC puertas afuera. Mientras que la Patagonia es una región privilegiada para apostar por ese diferencial.

En medio de este debate sobre qué es lo que seguirá al Malbec argentino, quizás convenga observar hacia a dónde van algunas bodegas. Los Single Vineyard de Alta Vista, por ejemplo, o los de Norton con Finca Perdriel, o casas como Alto Aroma que recuerda a esta madera, en muchas ocasiones disfrazada con un suave perfume cedro o Salentein, por mencionar escalas opuestas; o los vinos de la región patagónica FIN, de Fin del Mundo, o Barrel Selected de Familia Schroeder. En ellos el foco está puesto en destacar el origen.

En la identidad que le da la tierra y su gente se juega el lugar que los vinos argentinos tendrán en el mundo. Y el debate recién comienza.

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