Tras dejar de producir su ya clásica marca Los Leones, la bodega del Valle de Uco bautizó a su nuevo producto con el nombre de su reconocido museo. Está conformada por tres varietales: Chardonnay, Malbec y Cabernet Sauvignon. Tipicidad y espíritu cosmopolita
Los Leones, que fueron "custodios" de los vinos jóvenes y frescos de la bodega mendocina Salentein, cumplieron su ciclo.
En efecto, tras varios años en las góndolas nacionales y del exterior, la clásica marca pasó a la historia a fines del año pasado.
Y ese segmento pasó a ser ocupado por la flamante línea Killka, cuyo lanzamiento para el mercado doméstico tuvo lugar días atrás en Buenos Aires.
Esta línea de varietales de corte está conformada por un Chardonnay 2010, un Malbec 2009 y un Cabernet Sauvignon 2009, todos con un precio sugerido de $39.
Y, si bien se trata del mismo segmento que ocupaba Los Leones, desde la bodega dejaron en claro que la flamante marca no comparten ninguna característica con la anterior.
De este modo, en las góndolas, Killka se ubica por encima de su línea más económica, Portillo, que se consigue actualmente por alrededor de $24; y por debajo de los consagrados Salentein reserve, cuyo precio supera los $50.
Uno de los aspectos claves, como ya viene sucediendo desde hace tiempo en la vitivinicultura argentina, es el sello cosmopolita que se le imprime a cada etiqueta, para continuar capitalizando el furor del Malbec en los principales mercados del exterior y terminar de consolidar la imagen del Cabernet Sauvignon con sello nacional.
En el caso de esta línea en particular, con la presentación realizada en Buenos Aires, se dio el puntapié inicial al lanzamiento global de la marca en países de América latina y Europa, si bien ya se venía comercializando desde hacía unos meses en el mercado estadounidense.
En este contexto, durante el almuerzo -que tuvo lugar en el muy palermitano restaurante Unik, de Marcelo Joulia- el enólogo Gustavo Bauzá explicó que "Estados Unidos nos venía exigiendo un vino más ´nervioso´, con mucha fruta pero buena complejidad. A partir de ahí sacamos al mercado Killka".
Efectivamente, los vinos que fueron degustados, a lo largo de un menú de tres pasos, revelaron una tipicidad varietal indiscutible, especialmente en el Cabernet Sauvignon, donde sobresalía el clásico, envolvente y esperado aroma a pimientos verdes.
A la hora de las definiciones, el enólogo catalogó a estos vinos como "fáciles de tomar, con un dulzor sutil", al tiempo que agregó que los varietales de Killka son "como un Portillo pero mucho más complejos".
Para Bauzá, lo primordial en esta línea es la fruta: "La protagonista es la uva y en segundo lugar recién aparece la madera. Nuestro objetivo, desde el comienzo, fue preservar la fruta del Chardonnay, la ciruela del Malbec".
Bajo esta premisa, el método escogido fue el de elaborar vinos varietales pero de corte.
Para ello, el experto explicó que dividieron las fincas en distintos cuarteles, de modo de poder cosechar en diferentes momentos y elaborarlos también de distinta forma. Así, cada uno de estos varietales pueden tener tres o cuatro componentes a partir de los cuales se realizó el assemblage final.
Matías Bauza Moreno, gerente de Relaciones Públicas de la bodega, explicó a Vinos & Bodegas que, en el caso del Malbec, "para un vino de u$s14 en góndola en Estados Unidos, haber obtenido 90 puntos de Parker es una buena referencia, dado que lo convierte en un best buy, es decir, una muy buena relación calidad-precio".
Un ADN propio
Un dato a destacar es que en la etiqueta de cada varietal, por debajo del nombre, acuñaron la frase Salentein Art & Wine. La decisión no fue por un capricho: el nombre Killka corresponde ni más ni menos que al museo que la bodega posee en Valle de Uco, un proyecto reconocido mundialmente y que recibió, entre otros reconocimientos, el oro por parte de la Great Wine Capital como mejor propuesta turística vitivinícola.
"Portillo y Primus nacieron con la bodega. Salentein Reserve, en tanto, es la marca core. Si agregábamos una marca nueva que nos diera cierto volumen, tenía que tener mucho que ver con nuestro ADN. Sacar una marca y tener que dar muchas explicaciones no tenía mucho sentido. Por eso, acá no hay nada que explicar. Hoy, quien vaya a la bodega va a palpar lo que es Killka, pero esto no implica que éstos sean los vino del museo. Esto fue lo que nos llevo a que, en lugar de poner la imagen de algún cuadro propiedad de la bodega, hayamos elegido una etiqueta que respire arte", explicó Bauza Moreno.
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