Con 102 años, la bodega Humberto Canale, pionera en la Patagonia, continúa en manos de descendientes de los fundadores.
"Los vinos se venden con historia", reflexionó Guillermo Barzi, presidente de la bodega Humberto Canale. En este sentido, su empresa tiene una ventaja competitiva indiscutible: a punto de cumplir 102 años, es la primera agroindustria que se radicó en la Patagonia y todavía está en manos de la familia fundadora.
Diez décadas. Cinco generaciones. Una facturación de 12 millones de dólares anuales. Una producción de 1700 botellas de vinos al año. Cerca de 120 empleados permanentes y alrededor de 350 puestos temporarios. Estas son las cifras de la bodega hoy, cien años después de que la fundara Humberto Canale en General Roca, provincia de Río Negro. Estos logros son motivo de orgullo para Barzi, sobrino nieto del fundador.
El año pasado, la empresa recibió el premio a la Excelencia Agropecuaria La Nacion-Banco Galicia , en su categoría. Entre sus principales méritos se le destacó la habilidad para conservar la empresa bajo la dirección de la misma familia, después de haber pasado más de cien años desde su fundación.
"Es todo un desafío". Así definió Barzi la tarea de llevar adelante una empresa familiar. Por eso aconsejó: "Que no sobre nada. Que la gente que esté sea imprescindible. Que no por ser de la familia, una persona tenga que trabajar en la empresa. Entonces, si la empresa necesita un técnico y hay alguien de la familia que está calificado para cumplir esa tarea, sólo se lo debe contratar si posee las mismas habilidades y condiciones que presenta la oferta del mercado". Y remató: "Hay que ser duro con eso, porque así se destruyeron muchas empresas familiares".
Con esta lógica, hoy son cuatro los descendientes de Humberto Canale que trabajan en la empresa. Entre ellos, "Guillo", hijo del presidente de la bodega, que está a cargo de la gerencia comercial. Sin embargo, son 20 los familiares que reciben dividendos.
"El éxito que tuvimos fue apostar siempre a hacer buenos productos, con una excelente relación precio-calidad", dijo Barzi a La Nacion, y explicó que esa máxima la aprendió desde pequeño en su hogar, ya que no sólo es sobrino nieto del fundador de la bodega que preside, sino que también es nieto del creador de los bizcochos Canale. Aunque esa fábrica no pertenece a su familia desde 1995, todavía recuerda que su abuelo se negaba a cambiar la manteca que utilizaba como insumo para los bizcochos, por otros productos de inferior calidad. Por eso indicó: "Es importante trazar objetivos desde el primer momento y mantener la línea de conducta".
La bodega está íntimamente relacionada con la historia de una familia, pero también con la historia del país. "La empresa creció y se adaptó a todas las circunstancias de la economía argentina. Los últimos 40 años fueron críticos. En ellos, la inestabilidad fue un signo", señaló Barzi. Mientras tanto, "la empresa creció, cambió. Hoy, en la bodega, conviven paredes de 101 años con la más moderna tecnología para producir vinos finos".
Inquietudes exportadoras
"Siempre tuvimos inquietudes exportadoras", comentó Barzi, y relató la experiencia de estar en una feria de productos alimenticios en Europa, 30 años atrás, donde la gente ni siquiera sabía dónde quedaba la Argentina.
Esa vocación por la exportación determinó que la empresa se subiera desde un primer momento a la ola que revolucionó a la industria vitivinícola en los 90. A principios de esa década, distintos empresarios de la cadena vitivinícola se reunieron para promocionar de manera conjunta el vino argentino en el mundo. Lo hicieron de la mano del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y de la Cancillería. Así, crearon el Plan Vitivinícola 2020, que contiene pautas mínimas de calidad, indicaciones para la movilización de los productos y prevé la fiscalización del INV como garante de calidad. También a partir de ese plan se instituyó al malbec y al torrontés como las variedades emblemáticas de la Argentina, para utilizarlas como banderas para salir al mundo.
La meta era clara: "Empezar a hacer lo que el mundo quería", explicó Barzi. Todas las bodegas que participaron de esta revolución siguieron un mismo camino. "Generamos inversión muy fuerte. También trajimos técnicos del exterior. De todos lados: Australia, Francia, Estados Unidos. En nuestro caso particular, trajimos a un consultor danés, de origen francés", contó.
"Cuando revivimos lo que hicimos, nos dimos cuenta de que fuimos la primera empresa en la Patagonia en introducir barricas; fuimos los primeros que hicimos vinos premium. Generamos los cambios en los momentos oportunos para meternos en la ola", se enorgulleció Barzi. No bien se puso en marcha el Plan Vitivinícola 2020, eran 12 las bodegas que exportaban al exterior, y Humberto Canale era una de ellas. Hoy son 412.
Después de subirse en el momento apropiado a la ola de la revolución de los vinos argentinos, en esta bodega hubo un antes y un después. "Aumentamos las ventas. Crecimos en el mercado externo del cero al 30% de la facturación. Fuimos generando productos con mayor valor agregado y mejores precios", dijo el presidente de la empresa.
Sin embargo, ya están pensando en la siguiente etapa. "En 14 años, logramos presentar a la Argentina al mundo". Ahora que ya el malbec y el torrontés argentinos tienen reputación internacional, la industria está pensando en una nueva etapa. En la bodega quieren promocionar especialmente dos variedades cuyos potenciales llegan a su esplendor en el clima y suelo patagónicos. "En Río Negro, hay particularidades regionales para el pinot noir y para el merlot, que sólo ofrece la Argentina", comentó Barzi, y agregó: "Hoy estamos empezando a enviar el mensaje al mundo de que la Argentina no es sólo malbec".
El plan de negocios que tienen delineado hoy en Humberto Canale es no crecer en botellas, sino en facturación, según indicó Barzi, y agregó: "La idea es crecer hacia segmentos premium, de alta gama. Se nos dan oportunidades. Por ejemplo, somos los principales productores de pinot noir del país".
Barzi está contento porque el pinot noir se convirtió en una variedad fashion , en especial en Estados Unidos. Por eso quieren explotar ese varietal que, junto al merlot, es el que mejor se adapta a la región donde ellos están. "Debemos mostrar lo que cada región tiene para dar. Igualmente, seguimos haciendo malbec. Las modas pasan", se anticipó prudentemente.
Además, al malbec todavía le queda mucho camino por recorrer. "Con la Argentina, fuimos al mundo con ese varietal; lo instalamos y nos pasamos de revoluciones. Ahora nos faltan unas 10.000 hectáreas de malbec. Hay que plantarlas, y lo estamos haciendo." Así habló Barzi por toda la industria vitivinícola.
El presidente de la bodega Humberto Canale tiene un afecto especial por el rubro en el que se especializó la empresa familiar. "El negocio del vino te da satisfacciones adicionales. Terminan en la mesa y disfrutás de algo que hiciste con ganas, con pasión."
Fuente: La Nación
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