Con ese título un influyente diario norteamericano publicó una nota en la que invita al consumidor a buscar el Malbec que le guste. Su publicación señala una nueva etapa en la guerra por el origen del Malbec, en la que Francia parece no perder terreno.
Hace tan sólo 5 años, en el mundo del vino no cabía ni una sombra de duda: el Malbec era una variedad de uva que pertenecía a la argentina, y los argentinos, hijos del éxito externo, comenzábamos a sentir orgullo de tener un vino nuestro, distinto, que le gustara al resto del mundo.
El idilio se rompió en 2009, en la última Vinexpo, la feria de vinos y espirituosas más grande del mundo –que se reedita en junio de este año-, en la que los productores de Cahors, en el Sudoeste de Francia, provocativamente se plantaron en un stand lindero al argentino con el título de “Cahors. Malbec”.
Así nació la polémica sobre qué país ostenta la paternidad del Malbec, que ahora alcanza un nuevo punto en el frente de batalla: Estados Unidos, el principal mercado para los vinos del mundo, entra en escena.
El pasado 10 de mayo una nota publicada en el Washington Post, un influyente diario de la capital estadounidense, llevaba un título provocador: “Malbec francés vs. argentino: usted elije”. El artículo toma claramente partido y afirma que si bien el Malbec es una cepa francesa, Argentina es el país que le ha dado fama internacional.
Pero también señala un punto importante: ha llegado el turno del consumidor, que al menos en el país del norte tiene que elegir cuál es el que más le gusta. Porque si hasta ahora el vino producido por Francia no tenía mención varietal –un Cahors es precisamente un tinto a base de Cabernet Franc y Malbec, además de Merlot- hoy en el mercado americano se pueden conseguir varios Malbecs franceses que lo dicen claro y en letra de molde en sus etiquetas.
Contienda, fase dos
Argentina produce a la fecha poco menos del 70% del Malbec del mundo, mientras que el resto está dividido principalmente entre Francia, Chile y Estados Unidos, con California a la cabeza. De lo que se deduce que el Malbec tiene un rato más como cepa hegemónica de argentina.
Pero si la prensa norteamericana ya se pregunta sobre el tema, no es inimaginable que en el mediano plazo el efecto sea mayor.
En cuanto a lo que dice el artículo, firmado por Dave McIntyre y acompañado sólo por fotos de Malbecs franceses, la conclusión es obvia: al menos en esa latitud ya se presenta una contienda sobre el gusto de la variedad. Y apunta que, mientas que los Malbecs argentinos son básicamente de estilo Nuevo Mundo –frutados y apoyados en la evidencia de la madera de roble-, los franceses resultan más rústicos, ya que combinan en partes iguales el savoir faire de los finos vinos bordoleses, con el toque áspero de los mediterráneos.
Así las cosas, el artículo afirma que en materia de sabores, al menos por ahora, la brújula del Malbec apunta al mismo norte: ciruelas, cherries y arándanos, indistintamente del origen. Es decir que, al menos para McIntyre, la única diferencia que el consumidor puede percibir entre ambos es de estilo; y ahora le toca dar su veredicto. ¿Cuál será?
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