sábado, 4 de junio de 2011

CONFLICTO COMERCIAL CON BRASIL

Como le pasa a la Argentina, las exportaciones crecen a un ritmo menor al de las importaciones. Fuerte achique del superávit fiscal.

Al igual que la Argentina, Brasil necesita exportar más y restringir sus importaciones. Eso explica, en una buena medida, el conflicto comercial que estalló entre los dos socios mayores del Mercosur. Como le pasa a la Argentina, y a pesar de los altos precios de los commodities, las exportaciones brasileñas crecen a un ritmo menor al de las importaciones.

Eso fue llevando a un fuerte achique del superávit comercial. En los últimos años, el saldo de Brasil se redujo de los U$S 46.457 millones alcanzados en 2006, a los U$S 20.221 millones en 2010.


El 25% de ese superávit - casi U$S 6.000 millones- Brasil lo obtuvo con los países del Mercosur. Y de este monto, U$S 4.000 millones fueron con la Argentina. Del lado argentino, ese “rojo” se explica en gran parte por el sector de autopartes ya que sumó en 2010 un déficit comercial de U$S 2.667 millones.

Además, “el desequilibrio comercial del sector de autopartes con Brasil que en 2009 explicó el 38,5% del déficit total del sector autopartista, en 2010 fue del 42,2%”, de acuerdo a los datos de AFAC (Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes).

Todo esto se agravó, ya que en los primeros 4 meses de este año, el superávit brasileño con la Argentina ascendió a U$S 1.329 millones, un 126% más alto que en igual lapso de 2010. Con los países del Nafta, en cambio, el déficit trepó a U$S 8.300 millones.

Con los países asiáticos, el saldo fue algo más equilibrado: en el primer cuatrimestre del año acumula un rojo de U$S 1.500 millones.

El gran problema es que los dólares excedentes del comercio exterior no alcanzan para cubrir el pago de los servicios financieros, como intereses y el giro de utilidades, por lo que dejan un bache que el año pasado trepó a U$S 47.065 millones.

Ese “rojo ardiente” fue cubierto con creces con los dólares que ingresaron por inversiones externas y por la entrada de capitales especulativos, ayudando a que crecieran las reservas internacionales del Banco Central.

En contrapartida, el endeudamiento brasileño sigue en ascenso. La deuda externa de los bancos brasileños se duplicó: de U$S 63.600 millones a fines de 2009 a U$S 122.000 millones a marzo de este año. En tanto el endeudamiento externo público y privado subió de U$S 277.600 millones a U$S 381.300 millones, un alza del 37% en tan sólo 15 meses.

Calesitas peligrosas

Una consecuencia de este proceso es que el dinero que captan los bancos del exterior ayuda a la expansión del crédito interno, lo que estimula el consumo doméstico. Esta mayor demanda, por su parte, alienta el crecimiento de las importaciones y más inflación. Por ejemplo, en los últimos 12 meses a marzo pasado, el crédito inmobiliario aumentó un 48%.

Pero el mayor impacto recae sobre la “competitividad” brasileña porque esa entrada de dólares financieros fue revalorizando, no sólo en términos reales sino hasta nominales y de una manera espectacular, a la moneda brasileña.

Desde hace tiempo el dólar no pasa de 1,60 real, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por subir su cotización. Días atrás se conoció que Brasil perdió 6 posiciones en el ránking de competitividad internacional: desde el puesto 38 pasó a ocupar el 44, según el Institute For Management Development (IMD) de Suiza.

Ahora el Ministerio de Hacienda brasileño tiene avanzado un proyecto para eximir a las exportaciones del pago de las cargas sociales que se financiaría, en parte, con un recargo sobre las importaciones. De esta manera, las empresas seguirán pagando las contribuciones y los aportes sobre los salarios a la Seguridad Social, pero el Estado les devolverá ese pago por la parte de la producción que exporten.

En el Ministerio brasileño aseguran: “Este incentivo es para solucionar en parte el tema de la competitividad y del tipo de cambio, en especial de los sectores que emplean mucha mano de obra”. De implementarse, el impacto echaría más nafta a esta guerra comercial no sólo con la Argentina sino con el resto del mundo.

Todo esto ilustra que el choque comercial es un problema estructural. Del lado argentino, por la alta dependencia de las importaciones de bienes de capital y productos manufacturados. Como dice el informe de la AFAC: por cada auto que se produce en la Argentina se genera “un incremento en las importaciones de autopartes que agrava el rojo comercial”.

Mientras que en 2009 por cada vehículo que salía de una línea de producción se importaban en promedio U$S 11.000, “en 2010 alcanzó a más de U$S 13.200 por vehículo producido”. Se estima que más del 70% de las piezas que contienen los autos de fabricación local contienen productos importados. Eso significa que a mayor producción automotriz, mayor es el déficit comercial del sector.

En otro orden tambien esta las barreras del gobierno argentino  (licencias no automaticas, trabas arancelarias, trabas en la operativa aduaneras) para con otros productos como las heladeras, lavarropas,y otros electrodomesticos arribados, restringidos por estos tiempos en el puerto de Buenos Aires.

Una semana en la que hubo temor en la industria del vino

El jueves 12 de mayo, según confirmaron desde Bodegas de Argentina (BA), un camión quedó varado en la frontera y no pudo ingresar a Brasil con el envío de vino de al menos tres establecimientos de Mendoza. “Otra vez más pasará con el vino”, sostuvo Juan Carlos Pina, en alusión a las trabas para arancelarias que han sufrido en varias oportunidades.

Sin embargo, tanto desde BA, como desde la Cámara de Comercio de Cuyo y ProMendoza salieron a bajar el tono sobre la demora que están teniendo los productos mendocinos en las aduanas brasileñas. Ángel Vespa, titular de la entidad bodeguera, explicó que estaría resuelto el problema de las cargas que no pudieron ingresar a Brasil y que habrían sido casos puntuales.

Este conflicto provoca una crisis sin precedentes, en la cadena del comercio exterior, tanto en Argentina como en Brasil que venia teniendo un flujo aceitado y rapido que se paro abruptamente.

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