sábado, 11 de junio de 2011

La historia de un edificio oculto, un enólogo explorador y 125 años en el vino: Trapiche


En el año 2006, el director y enólogo de la bodega Trapiche, Daniel Pi, divisó a los lejos, desde la ruta, una formación que se diferenciaba del verde matorral de olivares que cubría un gran terreno sobre la calle Nueva Mayorga de Coquimbito, Maipú.

Cual aventurero, se abrió paso entre la mata y, 300 metros adentro del verde, descubrió una antigua construcción. Resultó ser una vieja bodega de 1912, construida por un italiano inmigrante, que hace más de medio siglo había quedado abandonada bajo el verde. Al despejar la zona y abrir las puertas se encontraron con un edificio intacto, munido de mobiliario y hasta de maquinarias sin uso. Tan importante había sido la casa, que contaba con una bifurcación de las vías del tren para que pasara por una estación propia y así se pudiese trasladar la uva con mayor brevedad.

Luego, tras varios años de puesta en valor, se convirtió en la nueva casa de Trapiche, donde la firma elabora sus vinos de alta gama. La obra que realizaron los arquitectos logró mantener la estructura original inspirada en el Renacimiento Italiano. La importante obra de ingeniería y creatividad funcional que puso en marcha aquel italiano, hoy puede verse resignificada en distintos puntos del edificio.
Dos grandes parcelas de viñedos acompañan la entrada del visitante y uno de ellos, de uva Malbec, sigue los lineamientos de la vitivinicultura biodinámica. Es por eso que, allí nomás, se divisan el lago y algunos gansos que deambulan por la gran finca.

Para el visitante resulta un imponente programa que ofrece remontarse al inicio de la actividad en el país, entender cuál es la realidad del vino argentino y dejarse llevar por las tendencias futuras a través de cada nueva propuesta en botella que lleva la marca de este clásico local.

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