Para las empresas de consumo masivo, la menor velocidad del consumo no es necesariamente una noticia negativa. “Que el consumo se desacelere levamente puede ser positivo porque nos da margen para poder responder con mayor coherencia a la demanda”, dice Susana Balbo, cabeza de Dominio del Plata, la bodega que esta semana concretó una alianza estratégica con Cepas Argentinas para la distribución de sus vinos en el mercado interno.
Hasta ahora, Balbo apostaba todo a la exportación: el 99% de sus vinos se vendía afuera. La crisis internacional pegó en las exportaciones de vinos y, una vez que pasó el vendaval, hubo que barajar y dar de nuevo. “En 2008, el 90% de las exportaciones argentinas de vinos estaban concentradas en 50 bodegas. Hoy ese 90% se concentra en 24 compañías” resume Balbo.
Este cambio de escenario la impulsó a mirar al mercado local, en el que la inflación prácticamente equiparó los precios a los que se venden las botellas en la vinerías argentinas con lo que se paga en locales internacionales por nuestros vinos.
Con la economía creciendo al 6% anual, el mercado doméstico sigue siendo suficientemente atractivo como para que Balbo apueste a colocar el 30% de su producción aquí y a abrir nuevos emprendimientos en Cafayate y en la Patagonia.
A esta apuesta se suman otros desembarcos recientes de compañías que quieren conquistar el mercado local pese a las señales de desaceleración.
Dentro del consumo masivo se anota la aparición de Nosotras, la compañía de productos de higiene femenina, de origen colombiano. Entre los recién llegados también se cuentan cadenas de comidas rápidas como Pizza Hut y Wendy y firmas de indumentaria, como la francesa Carven.
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